Explosiones por aquí, héroes carismáticos por allá, tiroteos sin igual… y entre medias uno de los mejores y más adictivos videojuegos de acción multijugador de los últimos años. Blizzard ha vuelto a coronarse dando vida a Overwatch, un auténtico imprescindible que nos ha puesto muy difícil sentarnos frente al teclado para escribir este análisis. ¡Queremos seguir jugando!, y te contamos por qué.
Pasan las horas y nada cambia. La pasión con la que disfrutas de su intensa acción; el ánimo con el que afrontas cada una de sus batallas; el asombro que despierta en ti el colorido y la espectacularidad de sus tiroteos… y claro, esa sonrisa que te impide ocultar lo que sientes. Overwatch es diversión en estado puro. Un videojuego de acción multijugador que te atrapa y no te suelta por mucho que quieras. Siempre hay tiempo para una partida más, para medir fuerzas contra otros jugadores en esas locas batallas campales que Blizzard ha recreado con tanto gusto y exquisito colorido. Que lo nuevo de los padres de Diablo, StarCraft y Warcraft también enamora por su faceta artística. Está tan a otro nivel, posee tal magnetismo, que es imposible resistirse a sus encantos, que no son pocos precisamente.
Echarse una partida a Overwatch supone entrar en un asombroso universo de ciencia ficción en el que todo es posible. Desde ver a un gigantesco gorila freír con descargas eléctricas a sus enemigos, a asistir al emocionante duelo entre un pistolero del Salvaje Oeste y un honorable samurái, disfrutar de las barrabasadas de un lunático experto en explosivos, contemplar a una joven tirotear a sus rivales mientras ejecuta saltos en el tiempo, e incluso aprender de la sabiduría de un androide pacifista capaz de sanar el alma de sus aliados. Sorprende una y otra vez, pasen las horas que pasen, y nunca deja de divertir, pues cada partida se siente única. Es la gran virtud de este videojuego.
Pura adicción
Ver cómo interactúan entre sí los héroes, cómo sus distintas habilidades especiales crean sinergias capaces de darle la vuelta a la peor de las situaciones, es un espectáculo digno de ser vivido. Por mucho que ahora os contemos en este análisis de Overwatch, por mucho que veáis vídeos de estos héroes en acción, nada es comparable a la sensación de estar ahí, en el fragor de la batalla, cooperando con los aliados de formas tan divertidas. Y da igual que encarnéis a un soldado raso, a un especialista en labores defensivas, al típico tanque capaz de resistir golpes como nadie, o a los héroes de apoyo destinados principalmente a sanar a los suyos o dotarles de ciertas ventajas.
Todos los personajes son geniales y se dejan querer por igual
Repartidos en cuatro especializaciones con una responsabilidad clara en los combates, todos los personajes son geniales y se dejan querer por igual: disfrutaréis lo mismo en primera línea de batalla con el pistolero McCree o Soldado 76, que en la retaguardia, construyendo torretas, en la piel de Torbjörn o el monje Zenyatta. ¿Cómo elegir entre tantos personajes? Blizzard, fieles a su estilo, nos lo ponen muy fácil. Siempre dan consejos, siempre recomiendan apostar por héroes de uno u otro tipo dependiendo del combate al que vayamos a enfrentarnos. ¡No obligan! Aconsejan; así que sois libres, si queréis, de crear un equipo compuesto solo por luchadores natos.
Y lo genial es que a veces funciona. Ha habido partidas en las que debíamos defender una posición concreta, y mientras Reinhardt protegía el punto con su escudo de energía, dos Bastion colocados estratégicamente masacraban a todo aquel que asomara la cabeza. ¡Menuda carnicería! Lo mismo ocurrió en otra partida, en la que había un par de Tracer danzando de aquí para allá mientras disparaban, soltaban su bomba adhesiva, y volvían atrás en el tiempo para recuperar su posición defensiva. En Overwatch, y esto es lo que lo hace grande, el combate fluye sin cesar, se siente vivo, como un personaje más que no deja de crecer y cambiar. Nada está escrito.
Podemos empezar la partida con un equipo preparado para determinadas labores defensivas y terminarla con otro totalmente distinto, con héroes más enfocados al combate directo o la lucha a distancia, siempre dependiendo del transcurso de la batalla. Por eso, aunque solo hay cuatro modos de juego y estos, ciertamente, se sienten muy similares entre sí; la esencia es atacar o defender una posición determinada bajo condiciones concretas, Overwatch no es nada repetitivo. O al menos cuesta horrores aburrirse con su acción.
Siempre hay algo nuevo por aprender, una nueva estrategia que poner en práctica, una nueva táctica de combate con la que sorprender a los enemigos. Y es increíble. Por eso tiene todo el sentido del mundo que Blizzard haya apostado por batallas 6 vs 6. No hacen falta más protagonistas; con estos tenéis garantizado un espectáculo de los que marcan época. Uno frenético e intenso a más no poder, pero también con un alto valor táctico, al ser imprescindible dominar bien las técnicas de combate de cada héroe.
Fácil de jugar, difícil de dominar
Fácil de jugar, sí, pero difícil de dominar. Pocas veces este lema cobra tanto sentido como en Overwatch. Hay personajes muy fáciles de guiar que ofrecen diversión inmediata, pero también hay otros que requieren pericia, de tiempo para acostumbrarse a sus particularidades. No nos cansaremos de repetirlo: cada héroe y villano se siente único, y no porque utilicen armas distintas; es que son distintos. Es que plantean estilos de juego tan dispares, que sorprende cómo todos ellos, los 21, luego pueden compenetrarse de una forma tan increíble y espectacular en la acción. Claro que es posible que haya personajes más fuertes que otros, pero no hasta el punto de romper el equilibrio en las partidas. El dominio de sus habilidades, y también saber leer muy bien el combate, es esencial para alcanzar la victoria.
El combate fluye sin cesar, se siente vivo, como un personaje más que no deja de crecer y cambiar
Y lo mismo vale para los escenarios. Son un protagonista más de la acción, así que no penséis en ellos como un simple campo de batalla. Su diseño es tan increíble, y no nos referimos solo a lo artístico, que ofrecen ventajas para todos aquellos que sepan aprovecharlas. Da igual el personaje al que controléis; siempre hay un pasadizo, una zona elevada, un escondite desde el que sorprender a los rivales sacando a relucir lo mejor de cada héroe. Por eso antes hablábamos de Overwatch como un videojuego capaz de reinventarse una y otra vez. Una batalla, en un mismo escenario, cambia radicalmente dependiendo de los personajes que en ella participan. Y no de forma leve. Es tan brutal el cambio, que no podemos más que rendirnos ante el milagro que ha obrado Blizzard. Son unos genios, lo han vuelto a demostrar, y de seguro en el futuro se estudiará el diseño de estos mapas como un ejemplo a seguir. El gran ejemplo.
Parecen caóticos, hay tantos caminos y tantas opciones que en cierto modo tienen un diseño laberintico, y sin embargo nunca te pierdes. Sabes dónde ir, cómo hacerlo, y de qué modo sorprender a un rival atacándolo desde una posición que no espera. Hay tantas posibilidades… ¡y encima luce de escándalo! De diez. Cada escenario, cada localización por la que nos movemos, es una obra de arte. Como el diseño de personajes. Todos únicos, con estilos muy dispares, y una personalidad arrolladora. Lo hemos visto en los cortos de animación con los que Blizzard nos ha permitido ahondar en la historia de algunos de estos protagonistas. ¡Y habrá más en el futuro!
Cada escenario, cada localización por la que nos movemos, es una obra de arte
Se entiende por tanto que haya jugadores que echen de menos un modo campaña, o por lo menos que se le hubiera otorgado algo más de peso a la historia. No hay nada como tal. Sales al campo de batalla, peleas, y así una y otra vez. Es una pena, claro, porque el trasfondo argumental y el exquisito diseño de este universo de ficción es tan maravilloso que a veces te dan ganas de saltar las barreras que limitan cada escenario para investigar; para ver que hay más allá de las fronteras. Blizzard ya ha dejado caer que en el futuro, quién sabe, podrían incorporar este ansiado modo historia; pero nada hay en firme todavía. Lo que sí nos gustaría destacar es otra genialidad propia del estudio: el cómo los héroes interactúan entre sí y con los propios escenarios.
Hay una historia detrás de cada personaje. Sabemos que Winston y Reaper tienen un pasado en común; que Tracer y Widowmaker se han visto las caras; que Hanzo viene de una familia que en su día tuvo el poder y parece haberlo perdido… y todo eso se ve reflejado en el juego con una sutileza admirable. A veces hablan entre sí, o hacen comentarios del escenario en el que se encuentran, siempre en base a ese trasfondo del que hablábamos, pero que nunca se muestra a las claras. Por eso, sabemos que de algún modo McCree conoce el escenario de la Ruta 66, pues al entrar en el típico bar de carretera habla de lo malo que está el café. Es un detalle sin importancia, una tontería; pero una genial, de esas que te hacen sonreír.
En lo técnico, Blizzard también ha dado el do de pecho. En PC funciona de maravilla, con todo lujo de detalles, sin exigir a cambio un equipo excesivamente potente. Y lo mismo ocurre en PlayStation 4 y Xbox One. La calidad de las texturas, el modelado de los personajes, las animaciones, los efectos de luces y partículas… y por si todo esto no fuera suficiente, Overwatch funciona en consolas a 60 imágenes por segundo y una resolución de 1080p. ¿La pega? Que en las máquinas de Sony y Microsoft es imprescindible pagar una suscripción de Xbox Live y PlayStation Plus para disfrutar de las partidas online.
Con la promesa de añadir nuevos mapas y modos de juego en el futuro, todos ellos gratis, Overwatch es un videojuego que nos ha enamorado. No lo podemos negar. La intensidad de su acción, la variedad de personajes, el excelso diseño de escenarios, lo divertido y gratificante que es explorar todas las posibilidades de juego que brinda cada héroe… son tantas las virtudes y tantos los buenos ratos que nos ha hecho pasar, que si algo tenemos claro, es que dentro de unos años, seguiremos disfrutando de sus espectaculares tiroteos. Ahora mismo no queremos nada más que eso. Seguir jugando. Y a eso vamos. ¿Nos vemos en el campo de batalla?
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